En un verso limpio y claro sin esperar
te has marchado. Parecías tener prisa
pues ni el esbozar de mi sonrisa
has aguardado. Me vuelvo a sentar.
A ver si calma tu enfado. A ver si juntas creamos,
cara a cara, mano a mano,
un borrón a recitar.
¿Por qué te haces esperar si el lugar no es de tu agrado?
¿Por qué abandonas sin más en los días de verano?
Mi insistencia no te ablanda.
Mis ruegos obvias, ni me escuchas.
Eres el ave nocturna
que sobrevuela mi casa.
Arrancas mi sueño del lecho,
lo trasladas a conciencia.
Te mueves por conveniencia,
emborronas cien mil versos
si no expresan lo que sientes.
¿Qué algo es despreciable? Vivirá cerca de tu pecho.
Eres marchante de excesos,
eres ramera del arte.
Mala amiga, gran amante.
Entre soledad te acurrucas.
Mientras mi cara no escupas
mantendremos vivo el trato
que firmamos ya hace tiempo:
yo plasmo mis sentimientos
y tú los adornas con lazos.
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