domingo, 13 de septiembre de 2009

Un perdón no dado

Estás en mi interior y no puedo negarlo.
Me acompañas de la mano, te delatas en mis ojos,
susurras en mi oído. Me diriges a tu antojo.
Peor es que ni intento ni pretendo remediarlo.

Si me faltas algún día sentiré haber fracasado,
pues sin ti soy diferente: malvada, crápula, hiriente,
obsesiva, violenta, cruel y repelente.
Y un momento, no más, que te fuiste de mi lado

bastó para cambiar, y dejé de comprenderte.
Me refugié en ilusiones, me desperté entre otros brazos.
Sin darme apenas cuenta fui desatando los lazos
que me ataban a tu yugo. Y ansié odiarte. Y no paré de quererte.

Sin embargo y por tu amor, poco duró aquel fracaso.
Y sufrí por mis palabras. Fui consciente del daño.
Y hoy sé, sin dudarlo, que esperaría mil años
para poder observar, juntos, un nuevo ocaso.

Si mi perdón no es suficiente
acepto tu decisión, defiendo tus dudas.
De yo haber sido tú, la reacción sería más dura.
Quise vivir en tu corazón y ahora yazco en tu mente.

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