martes, 2 de marzo de 2010

Convergentes

Indudablemente, nuestras líneas
convergen en un punto invisible
de momentos compartidos
que se antojan imposibles.

Sí, nos separan fobias y filias:
mientras bailo en las llanuras,
tú, paseas en las orillas.
Yo acaricio la locura
con la punta de mis dedos
cuando bailo.
Tú, sientes en el mar,
a solas,
y ante el mundo eres discreto.
Hoy concluyo que aquel beso
fue una simple torcedura
en tu tobillo izquierdo.
Sonrió el sol a la luna
y acordaron lo que es nuestro:
Que tú parezcas el sabio,
el que se sabe hombre entero
y de una sola pieza,
bondadoso y sin defectos.
Que yo sea la parte oscura,
la que esconde los secretos
de las fichas que conforman
el tablero de mis juegos.

Tú sabes, como yo sé, por mis culpas,
que no eres tan perfecto.
¿Recuerdas el punto que agrupa
nuestras líneas en mis versos?
Ni yo soy la única loca,
ni tú eres hombre bueno.

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