sábado, 18 de julio de 2009

Indiferencia

No pude ni llorar al enterarme.
Las cuenca de mis ojos ya están secas
al sentir la desazón de cuando pecas
y que el dolor no quiera ni enterrarme.

Llorar quisiera y limpiar así mi alma
de todo lo sucio que se mezcló con ella,
esperando escuchar la voz de una estrella
que devolverme prometiera la calma.

Nadie dirá que en mí lágrimas descubre,
porque el dolor ya no me cubrirá hasta el cuello
y se convertirá en un momentáneo destello
que tan sólo un segundo me deslumbre.

Quizá la nostalgia llegará algún día,
hasta entonces la indiferencia dormirá conmigo,
siendo ella el último testigo
que fé pueda dar de que ya ni te odiaría.

1 comentario:

  1. Aquí al menos hay una persona que está deseando volver a leer, esos poemas tan maravillosos, que emanaban de tu alma con fluidez y muchas ganas.
    Mientras tanto,seguiré leyendo, comprendiendo y esperando. Porque todo llega, todo.Besos.

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