Añoro el beso que nunca me diste,
colgado de tus labios quedó mudo
pensando en lo que quiso ser y jamás pudo
simplemente porque no te atreviste.
Añoro aquello que nunca dijiste,
palabras silenciadas en tus muros,
cubiertas de un millar de claroscuros
que demustran o no si me quisiste.
Miradas de amor, perdidas,
furtivas, que llenaron mi pasado
de una locura animal y prohibida.
La condena de amar me ha liberado
del pesado pasado sin agonía
de aquel que amó habiendo sido amado.
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