Quisiera querer que yo te quiera,
esta noche estrellada de primavera,
para así unir nuestros destinos.
Condenada a vivir en la memoria;
tus labios se entremezclan con los míos,
jugando a besarse, como dos críos,
porque aquí comieza nuestra historia.
Mirada azul, perdida de deseo,
prisionera esta noche e mis ojos.
Con el alma rota, hecha despojos,
quisiera creer lo que no creo:
que algún día el corazón pendenciero
fuera víctima de algún hechizo,
para poder olvidar lo que hizo
y creer para siempre que te quiero.
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