En catorce versos tengo que contarte
una historia dulce a modo de soneto.
Un tal Garcilaso los hacía perfectos,
sin embargo a mí me salen botarates.
La inspiración me llevó hasta aquel Quevedo:
paradójico, mordaz, un tanto hiriente,
poeta en la forma, afilador de mentes.
Polvo enamorado según su mejor verso.
Ni citando a varios sonetistas
mi pluma atolondrada los transcribe,
pues no habita en mí ningún artista
que sepa esperar en el declive
la inspiración que brota en las aristas;
¿esta poetisa simple se despide?.
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